La inteligencia artificial (IA) está transformando nuestras vidas de maneras sorprendentes. Desde asistentes virtuales hasta sistemas avanzados de análisis, su influencia crece exponencialmente. Sin embargo, este progreso tiene un impacto ambiental que a menudo pasa desapercibido: el consumo de agua.
Detrás de cada modelo de IA hay una enorme infraestructura tecnológica que requiere grandes cantidades de energía y agua para funcionar. Este último recurso, esencial para la vida, desempeña un papel crucial en el enfriamiento de los centros de datos donde se alojan estas tecnologías.
El agua es utilizada principalmente para mantener la temperatura adecuada en los servidores. Estos generan un calor significativo durante el entrenamiento y operación de los modelos, y para evitar sobrecalentamientos, se implementan sistemas de enfriamiento que dependen en gran medida del agua. Este proceso es eficiente, pero implica un consumo considerable de este recurso.
Los números que reflejan el impacto son preocupantes. Entrenar un modelo avanzado de IA, como los que generan lenguaje natural, puede consumir la misma cantidad de agua que la necesaria para abastecer a 3 a 5 hogares durante un año completo. Además, empresas como Microsoft reportaron en 2023 un aumento del 34% en su consumo de agua debido al desarrollo de tecnologías de IA como ChatGPT.
El impacto del consumo de agua no se limita a su uso directo en los centros de datos. La electricidad que alimenta estas instalaciones también está vinculada al agua, especialmente si proviene de plantas termoeléctricas que utilizan vapor para generar energía. Esto significa que, indirectamente, el uso de IA contribuye aún más al gasto hídrico.
Desde Acqua Fontana nos preocupamos por el uso inteligente de las herramientas de inteligencia artificial, procurando un futuro prominente para las nuevas generaciones.